María José Hegui.- Esta semana una parte de la estructura del auditórium del Complejo Casino comenzó a derrumbarse y todavía no hay certezas sobre el futuro del edificio que, amén de toda nostalgia, se ha convertido en un riesgo para los que por allí transitan y en una postal vergonzosa de cara a la próxima temporada. Un grupo de vecinos, a través de las redes sociales, se encuentra promoviendo un abrazo simbólico para el próximo domingo.
Hace varios años, el otrora intendente justicialista, Julio Municoy, amparado en la voluntad popular que por entonces lo acompañaba, convocó a los necochenses a abrazar la estructura con él encabezando esa espiral. Era una manera de reclamarle a la provincia en nombre de toda la ciudad. El acto, teñido de una particular demagogia, no dio resultados. Esa temporada, lo que algunos llaman el “elefante blanco” de Necochea, estuvo cercado con alambre perimetral. Después, las instalaciones pasaron a manos del municipio en el marco de un convenio que fue suscripto entre las partes el 2 de enero de 1997, con las firmas de Jorge Omar Rossi, titular del Instituto de Lotería y Casinos, y el propio Municoy. De esta forma, el mantenimiento y la conservación de las instalaciones corrían por cuenta del municipio.
Así las cosas, ni Municoy ni ninguno de sus sucesores lograron hacerse cargo del Casino. Gestiones enmarcadas en apretados presupuestos no lograron destinar al lugar los fondos y las inversiones necesarias. Concesiones que, sin ser controladas debidamente, lo saquearon y lo dejaron en peores condiciones que lo encontraron. Candidatos a intendente que enarbolaron su nombre como una política de estado, ideas y sueños, o solo promesas que quedaron en el camino.
Lo valido es que al necochense, cuando se trata de cultura propia, le sobra el optimismo y la ganas. Lo bueno es, que pese a que tal vez sea ya tarde, buscamos ese punto de encuentro, como lo hicimos desde siempre, para intentar salvar lo que sabemos que nos pertenece. “CASI NO” queda tiempo, una parte de la historia de Necochea está muerta o a la sumo agoniza. Será que es cierto que todavía el destino de la ciudad está en nuestras manos?… en una de esas, con un buen abrazo todo es posible.